miércoles, 20 de mayo de 2009

Volar, descansar, irse.



Como quisiera desmenuzarme tiernamente y volar con el viento, como este Diente de León...

Hay veces que, quiero "morir", porque me imagino rodeada de una paz inmensa, sucumbida en un estado sublime, y de proyección hacia el amor puro y cálido de la LUZ. Pero no... Vuelvo en menos de un parpadeo, las voces se tornan claras, las figuras de las cosas que me rodean se definen, y vuelvo a prestar atención a la clase. Y otra vez se repite la mágica sensación que me voy de mi cuerpo, que me diluyo flotando en el aire, como el Diente de León cuando el viento sopla fuerte.

Y otra vez, NO. Tengo que caer de nuevo y pegar mis pies a la tierra, abrir los ojos, escuchar con atención. Cruzar miradas con otros ojos, intercambiar palabras con otros... Y ya no lo quiero hacer. No quiero abrir mis ojos, ni escuchar, ni hablar, ni estar. Quiero irme, lejos. Quizás al cielo por un instante mínimo. Porque... estoy cansada y a la vez contenta. A la vez brillo y me elevo internamente, mientras que en el exterior de mi ser, lo opaco me distingue de boca de algunos; mientras que también, lucho con la espada de la voluntad contra todos aquellos obstáculos que no me faltan para entorpecer cada paso que doy.

Estoy cansada.

No hay equilibrio. Solo el que creo con mi mente todos los días. Pero hoy estoy cansada. No me rindo... pero aún así, repito, estoy cansada, desventurada y huelo cerca la frustración, asi que debo empezar a correr, antes de hundirme en el pantano del que aquel ser amado me sacó.